Trastornos de ansiedad: testimonios



Agorafobia

Ansiedad Generalizada

Ansiedad Infantil

Fobia Social

Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC)

Ansiedad por Separación

Estrés Postraumático

Fobias Específicas

Trastornos Asociados

Fobia social:

«Me sentía muy angustiada cuando iba a cualquier sitio en el que hubiera mucha gente , ya fuera ir a clase, al mercado, a una fiesta, etc. incluso antes de salir de casa ya me sentía aterrorizada y la ansiedad iba creciendo a medida que me acercaba al lugar.

Yo no podía aceptar invitaciones de ningún tipo que requiriese estar con mucha gente. Sentía el estómago descompuesto y casi creía tener gripe. Mi corazón me latía muy fuerte, sudaba mucho e incluso a veces tenía la sensación de estar separada de mi misma y de todos los demás.
Cuando estaba en una sala llena de gente me paraba en un rincón, lo cual me daba mucha vergüenza, pero me sentía incapaz de pensar en qué decir a nadie. Me ruborizaba ante cualquier situación social y sentía que todos los ojos estaban puestos en mi. Me sentía tan torpe que solo pensaba en irme a casa inmediatamente.»

«Siempre evitaba cualquier situación en la que tuviese que hablar en público, incluso renuncié a un mejor puesto de trabajo en el que me duplicaban el sueldo porque implicaba hablar en público. Pensaba que me desmayaría al ponerme delante del público, que me quedaría en blanco, que no encontraría las palabras necesarias para hablar o que tartamudearía.

Cuando veía que se acercaba una situación en la que tendría que hablar ante varias personas sentía dolor en el estómago, y cuando llegaba el momento sentía nauseas e incluso dificultad para respirar. Tenía miedo a que todos me juzgaran por mi incapacidad y torpeza ante la gente.»

«Era incapaz de acercarme a una mujer, cuando lo hacía empezaba a temblar y a sudar. Tenía miedo de decir o hacer algo en lo que se sintiera incómoda, incluso a veces tartamudeaba y pensaba  que notarían mi inseguridad.

No podía mirar a ninguna mujer a los ojos y llegué a evitar cualquier situación en la que implicara tener que dirigirme a una que no conociese. A raíz de hacer varios ensayos en terapia e irme exponiendo poco a poco a situaciones que me daban ansiedad lo he ido superando y gracias a eso hace cuatro meses conocí a la que ahora es mi novia.»

Agorafobia;:

«Tenía 42 años cuando ya me habían dado varios ataques de ansiedad, el primero de ellos fue en plena Plaza Cataluña y terminé en urgencias.

Al poco tiempo de salir del hospital empecé  a plantearme la posibilidad de que me dieran mas ataques y las consecuencias que esto supondría. Planifiqué toda mi vida en función de este temor, dejé de coger el coche sola, de ir a sitios con mucha gente, etc., hasta que terminé por salir de casa solo para ir al médico y tenía que ser acompañada. Vi que la situación se me había descontrolado y me sentía deprimida. Ahora ya hace seis meses que vengo a terapia y mediante la exposición y algunas técnicas para controlar la ansiedad  estoy consiguiendo salir un poco mas.»

«Nunca he sido muy extrovertida, era más bien reservada ya pequeña. Durante años evité las aglomeraciones por la ansiedad que esto me suponía, tuve varios ataques de ansiedad y todo el mundo los justificaba con que era normal que alguien tan tímido como yo no le gustase salir y reaccionase mal ante este hecho. Yo veía que se trataba de algo más que de timidez puesto que lo que sentía ante el hecho de salir era mucha angustia y los síntomas iban creciendo. Al tomar conciencia de esto empezó mi «martirio» de dar con el psicólogo adecuado, puesto que me dieron varios diagnósticos.

Finalmente encontré un buen psicólogo que supo decirme qué me pasaba, me ayudo a entenderlo y ahora está conmigo para que siga superándolo. Todavía tengo dificultades con varias cosas pero estoy empezando a tener una vida normal, y sé que esto empezó el día que dejé de dar tanta importancia a los síntomas que tenía y acepté lo que me ocurría.»

» Tenía mucho miedo a salir solo de casa y el alejarme de ella me producía mucha inseguridad. Las aglomeraciones eran lo que más me atormentaban, me suponía una gran sensación de pérdida del control, temía que esto me desbordase y manifestase un ataque de ansiedad. Cuando tenía que ir a algún sitio lejano o donde hubiera mucha gente el corazón me iba a mil por hora, sentía que me ahogaba y una gran presión en el cuerpo. Esto fue progresando, hasta que el temor empezó a dominarme y yo dejé de sentir que elegía sobre mi vida.»


Fobia especifica:
“Durante mucho tiempo le tuve miedo a las palomas, evitaba por completo ir al parque, a la playa o a las plazas. Mis hijos querían ir a darles de comer y yo me veía incapaz de acompañarles, hasta que decidí hacer una terapia en la que al final consistía en ir acercándome a las palomas, el objeto de mi temor. En una de las últimas sesiones tuve que pasear por las Ramblas y acercarme a ellas. A día de hoy muchos domingos voy con mis hijos al parque, a la playa o a la plaza sin que ese miedo exista.»


» Tengo un gran temor a hacerme análisis de sangre, las inyecciones no me gustan pero puedo superarlo pero las extracciones me superan hasta el punto que tengo que someterme a una operación y me es totalmente inviable porque el temor a las pruebas (entre las que se encuentra un análisis de sangre) me incapacita. Ya no se que hacer, la gente piensa que es una tontería a la que me iré acostumbrando pero yo veo que a medida que voy haciéndome mayor este pánico va aumentando. Llevo muchos años sin hacerme un análisis y cada vez urge más y a la vez mi pánico aumenta. Tengo un problema y ya no puedo más, necesito ayuda.»

TOC:
«Mi problema fue que no podía hacer nada sin un ritual, empecé con alguna manía y acabé ritualizando todos los aspectos de mi vida. Por la noche, cuando ponía el despertador, tenía que hacerlo en un número que no sumara ni restara un «mal» número. Por ejemplo, si mi madre  tenía 55 años y mi padre 57, no podía dejar el despertador en el minuto 55 o 57. La televisión tampoco podía quedarse en los canales que yo consideraba malos números. Cuando comía tenía que masticar cada bocado 15, 25 o 35 veces, si me descontaba o me pasaba del número volvía a empezar. A veces masticaba incluso sin tener comida en la boca. Me echaba champú tres veces en lugar de una porque tres era un número de suerte y uno no lo era. Si estaba escribiendo una tarea para mi examen en la escuela no podía tener cierto número de palabras en una línea si sumaban un mal número. Me demoraba mucho al leer porque contaba las líneas de cada párrafo y tenía que dejar el libro en una página que fuera impar.  Siempre estaba preocupada pensando que si no hacía ciertas cosas mis padres iban a morir, lo cual sabía que era totalmente irracional pero no podía dejar de hacerlo. No podía usar nada que dijera “América” porque mis padres eran de ahí. No podía escribir la palabra «muerte» porque me preocupaba que algo malo sucediera.
El vestirme me resultaba muy difícil porque tenía unas rutinas y si cambiaba el orden o el tiempo que empleaba en ponerme cada prenda tenía que volver a empezar.
Yo sabía que esos rituales no tenían sentido pero no me parecía que pudiera suprimirlos hasta que me sometí a terapia.»

«Ya de pequeña me encantaba jugar a cocinitas, arreglar la casa y ordenar mis cosas. Pero  hace 10 años que esto se ha convertido en el centro de mi vida. Necesito que mi casa esté limpia porque en la calle hay muchos gérmenes y traemos mucha suciedad cuando llegamos de allí. Por eso constantemente tengo cosas que limpiar. Es importante que las cosas estén ordenadas y colocadas simétricamente, esto denota responsabilidad y disciplina en mí. Cuando voy a algún sitio abro las puertas con un pañuelo para no ensuciarme, me lavo reiteradamente las manos, no me siento en según qué sitios y me cambio de ropa nada más llegar a casa.  Antes me fascinaba lo responsable que era, ahora me paso 15 horas diarias limpiando y relimpiando mi casa y la mayoría de cosas del exterior las evito por lo exageradamente sucias que las veo. Ya no puedo vivir así, quisiera gozar algún día del sofá sin tener esta preocupación extrema por seguir limpiando».


Trastorno de Ansiedad Generalizada
«Yo siempre había pensado que era muy maniático y nervioso. Constantemente me sentía inquieto y no podía descansar, y cuando lo hacía no era suficiente. Al principio estas sensaciones iban y venían esporádicamente, pero cada vez se fueron cronificando más. No podía dejar nada de lado. Me preocupaba de qué iba a haber para cenar, qué ropa me pondría, cual sería el mejor regalo para alguien, qué haría al día siguiente, etc. Lo planificaba todo mucho y necesitaba controlarlo todo.»

«Me costaba mucho concentrarme a la hora de hacer cualquier cosa. Tenía problemas para conciliar el sueño, pero sobretodo, lo que más me atormentaba y lo que menos me permitía descansar, eran mis despertares tempranos o en mitad de la noche y con una enorme sensación de ansiedad. Me preocupaba de todo y por todo, sentía que tenía que controlarlo todo . Me sentía angustiada la mayoría del tiempo y a veces incluso me sentía un poco mareada. Mi corazón latía rápidamente y me golpeaba en el pecho, incluso a veces sentía fuertes sensaciones de ahogo cuando la situación me superaba y eran demasiadas las cosas que tenía que hacer.»

Ansiedad infantil:

«Marc, de 8 años, expone su enorme miedo a la oscuridad, a todos los animales, a quedarse solo y a los desconocidos. Teme ir a la escuela y la mayoría de mañanas tiene reacciones ansiosas cuando su madre lo deja en la puerta, las explicaciones que da son exageradas e insiste con la necesidad de que lo cambien de colegio por sus discusiones constantes con sus padres, con los compañeros de clase y con sus profesores.

Sus reacciones ante las cosas que le producen temor a menudo no son adaptativas ni coherentes con la realidad. Se agobia muy rápidamente. A menudo vomita, tiene dolores de cabeza y se muestra muy irritable cuando le contradicen.

«Elio, de 9 años, tiene una gran preocupación de que le juzguen y hagan una valoración negativa de él. Evita de manera excesiva el contacto con personas desconocidas, muestra poca asertividad con ellas y a veces tartamudea . Ha bajado mucho su rendimiento escolar desde que sus padres se divorciaron y presenta un déficit de atención y de memoria.  Últimamente le cuesta dormir y ha desarrollado una enuresis secundaria. Su reacción ante muchas cosas es exagerada y ansiógena»

Estrés Postraumático

«Iba a una velocidad moderada por la autopista cuando choqué contra otro coche que corría más de la cuenta e iba haciendo «eses», ahí iban 4 personas de las cuales 2 están muertas. Desde entonces, aun sabiendo que no tuve yo la culpa del accidente, no puedo subir a un coche, a menudo tengo flashes de la situación que viví y me vienen pensamientos permanentemente relacionados con el accidente.

A parte, últimamente estoy más irritable y más a la defensiva de lo habitual. Temo que este pensamiento me perturbe toda la vida y no poder volver a ser el de antes.»

«Después de 2 horas de ser rehén me sentí liberada cuando los ladrones se fueron, pero pensaba que ya todo había pasado y no fue así. Al cabo de un mes me di cuenta de que los miedos sobre lo sucedido seguían e incluso iban creciendo. Ahora no hay día que no me vengan pensamientos que me perturban sobre lo sucedido y aun soy incapaz de recordarlo todo con claridad. Por eso, hace 2 semanas empecé una terapia para superar esto, puesto que después del robo aun no he conseguido volver al trabajo y veo que toda mi vida gira entorno a ese miedo y me limita.»

Ansiedad por separación:

«Sara, de 6 años, se muestra muy ansiosa cada vez que se separa del adulto, mayoritariamente de su madre. Los llantos, la irritabilidad y la sensación de ahogo la acompañan cada vez que se ve sola en una situación. Mediante un trabajo con los padres, técnicas de relajación, técnicas cognitivas, exposiciones, etc. el terapeuta ha ido consiguiendo que la ansiedad disminuya cada vez que se encuentra sola ante una situación y esto ha favorecido su confianza».

Trastornos Asociados
«Hace tres años me diagnosticaron estrés crónico, y eso dio sentido a mi malestar ya que tenía muchos problemas de ansiedad en el trabajo y me sentía muy presionado por mi jefa para que fuera más productivo y lo diera todo de mí. Hace un año también me encontraron que tenía el colon irritable y me dijeron que esto se debía a mis problemas de ansiedad, así que además del estrés empecé a notar un dolor que solía ser periódico y que se localizaba en la parte inferior del abdomen. Recomiendo a todos los que lean esto que busquen la ayuda de un profesional cuando empiecen a ver como problemática una situación de su vida, no esperéis a que ésta se agrava más, puesto que después son varios los problemas a acarrear.»

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